Escribe Hugo Balderrama

Doble Moral 2.0

Escribe Hugo Balderrama

OPINIÓN | 15 Ene 2021

El término Web 2.0 se originó el año 2004 en una conferencia organizada por Tim O’Reilly. La Web 2.0 supone un paso adelante en la evolución de Internet, para incorporar al usuario como un agente activo en su funcionamiento, y no como un mero cliente o receptor de la información.

Esto pasa por sitios web dinámicos, en los que al usuario se le permita interactuar, generar contenido, o formar parte de comunidades virtuales. Algunos ejemplos son: las wikis, las páginas de venta por internet y, especialmente, las redes sociales.

Desde mediados de la década pasada las redes sociales, que empezaron como una forma de encontrar amigos, se convirtieron en la principal fuentes de noticias y promoción de ideas políticas, recordemos que Trump y Bolsonaro le deben a las redes parte de su éxito en sus carreras presidenciales. Penosamente, ese espacio que se consideraba libre de los controles del Estado y de la censura es hoy uno de los inquisidores más poderosos para las ideas contrarias al establishment.

Pero lo curioso acá es que el establishment no es la derecha conservadora o el patriarcado como señalan muchos analistas y profesores universitarios, sino todos los grupos y personajes progresistas, mismos que paradójicamente juegan a las víctimas eternas, verbigracia, Black Lives Matter, ANTIFA o políticos como Evo Morales y Nicolás Maduro.

Y es que todos los grupos de izquierda que se encargaron de incendiar iglesias en Chile, organizar saqueos en Estados Unidos y promover cercos de hambre a las ciudades bolivianas (como el ex presidente Morales) operan con la mayor impunidad en Facebook, Instagram y Twitter. Pero bastó una llamada a la paz por parte de Donald Trump para que las Big Tech censuran de manera permanente sus cuentas, una doble moral por donde se la mire.

El especialista en comunicación y profesor Martín Becerra (alguien que es contrario a Trump), en una entrevista para el programa Las 40, manifestó lo siguiente: «Es problemático que las empresas dueñas de las plataformas digitales se arroguen el derecho de decidir qué es lícito y qué no lo es. Y que se comporten como “policías del contenido” sin que haya una norma democrática que autorice tal comportamiento. Hoy es Trump pero mañana pueden ser otra persona u organización de la sociedad civil las censuradas, bloqueadas o con contenidos removidos por decisiones arbitrarias de estas compañías».

Y aunque el profesor Becerra no es santo de mi devoción. Por esta vez, estoy de acuerdo con él.

Por otro lado, el miércoles 7 de enero, WhatsApp envió un mensaje a sus usuarios indicando que tendrían que aceptar y permitir que Facebook y sus subsidiarias recopilen datos de WhatsApp, incluidos los números de teléfono de los usuarios, los números de teléfono de los contactos, las ubicaciones y más. Si los usuarios no manifiestan estar de acuerdo antes del 8 de febrero, perderán el acceso a la plataforma (un Big brother, pero en manos privadas).

Por su parte, varios referentes libertarios se limitan a repetir el mantra de la propiedad privada y la autorregulación del mercado. Elementos con los que concuerdo, pero considero insuficientes. Pues los fenómenos humanos no pueden solo explicarse desde la ciencia económica y el sistema de precios.

Es quizás el momento de recordar el principio de la prudencia. Ya que el hombre es falible por naturaleza. El conservador busca limitar el daño que se puede hacer mediante el abuso de poder, reduciendo su concentración (sin importar que este se encuentre en manos privadas o estatales).

Por lo pronto, cambiar a redes alternativas como Parler y Gab es lo que podemos hacer los simples mortales. En cuanto al servicio de mensajería Telegram y Signal parecen ser los lugares para vivir una libertad en la clandestinidad.

//*HUGO BALDERRAMA FERRUFINO ES ECONOMISTA, MASTER EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS Y PHD. EN ECONOMÍA//

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