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Viernes, 3 de Mayo de 2024

Escribe Mónica Olmos Campos

El rally de la educación

OPINIÓN | 24 Ago 2020

Desde que se suspendieron las clases presenciales en Bolivia, la comunidad educativa se ha debatido en la incertidumbre provocada por las imprecisiones de la autoridad, empero, ha demostrado que es capaz de derribar mitos y conquistar libertades.

La seguidilla de errores en las que han incurrido autoridades y dirigentes a la hora de gestionar el cambio ante una inminente salida de la zona de confort, ha hecho que quienes en realidad ejercen la educación se vean motivados a actuar. Ante las permanentes y sostenidas imprecisiones, tensiones y equívocos del sector, directores, maestros, padres de familia y estudiantes han continuado viaje en nombre de un deber moral y un derecho constitucional.

Que la carretera empedrada haya mostrado letreros promocionando mensajes como “ningún alumno reprobado”, “se clausura el año educativo y escolar”, que al final del camino un enorme muro anuncie “la clausura escolar es académica y administrativa, no se ha cerrado la educación”, y que a la vuelta de la esquina aparezca la última gigantografía informando con letras rojas “se anula la clausura del año escolar y se instruye el retorno a clases”, ha dejado a los pilotos y copilotos no solo en la incertidumbre, sino indispuestos de ver cómo se juega con la educación en nombre de los cálculos políticos, los intereses de sector y las campañas electorales.

Pese a ese camino con semejante contaminación visual, piedras y precipicios, son varios los corredores que, luego de algunos vuelcos y lesiones, se mantienen en marcha transitando un recorrido con demasiadas curvas, animales salvajes instalados en plena carretera y postes listos para seguir colgando nefastos anuncios.

Se han dado cuenta de que su andar no depende de un camino difícil y suntuoso, que no importa que la carpeta asfáltica esté llena de hoyos y rocas, que el recorrido sea demasiado empinado y que los letreros engañosos pareciera que son gratuitos; nada de esto importa para quienes saben que de todas maneras tienen que llegar a la meta porque allí les espera la mejor recompensa.

Cuando el rally acabe, habrán quedado los corredores valientes y visionarios que supieron deshacerse de las viejas trampas, piedras y bloqueos, de las consignas retorcidas y de los personajes acostumbrados a subir y bajar la banderilla a cuadros. Se habrán dado cuenta de que el rally de la educación está hecho de fe, vocación, voluntades, conocimiento, comunicación y actitud.

En el rally de la educación, que en Bolivia se comenzó a correr en marzo y que se estima acabe en diciembre, se han puesto en competencia dos realidades educativas que no están marcadas ni por su gratuidad ni por su calidad. Son diferencias que hablan de cuánto se valora y se pone en juego principios de libertad, autonomía, visión de país, voluntad de hacer las cosas y amor por los otros.

Los competidores que se han nutrido de estos principios y actitudes son los que llegarán a la meta. Aquellos que no han encontrado más “solución” que culpar a su viejo motor, al charlatán del mecánico, a la incomodidad del traje, al monto de los viáticos y a la lentitud de su equipo de asistentes, han claudicado hace rato; y es que el rally de la educación exigía derribar mitos, enterrar paradigmas, deshacerse de pesos pesados y ponerse a abrazar libertades.

A esta altura del rally –con muchos obstáculos vencidos– a los competidores les queda reafirmar su estrategia demostrando todas sus capacidades: cooperación, creatividad, comunicación, conocimiento técnico, humildad para seguir aprendiendo y actitud propositiva, ellas serán el agua, el aceite, el combustible, y las tuercas de repuesto para entender la hoja de ruta y llegar a la meta con la satisfacción de haber puesto todo en esta competencia por la educación.

El rally de la educación nos debe dejar más aprendizajes que lamentos. Sigamos trabajando para llegar a la meta y una vez conquistado el triunfo, fortalecidos todos, retornemos por el mismo camino para levantar las piedras, letreros y cualquier señal maligna que haya quedado. Bolivia merece comenzar a correr un rally cuyos retos sean sepultar las brechas, los mitos, el pesimismo, la cultura del “pero…”, los intereses político partidarios, las ventajas gremiales, la ignorancia y la mediocridad.

Que el próximo rally sea por la conquista de una educación para todos, con calidad, abierta a comprender y recibir el mundo sin prejuicios, cultivar la tolerancia, la esperanza y la fe en nosotros mismos y en los demás. Ese es el rally que debemos diseñar y correr; ese es el rally que queremos, nos queda claro.

//*MÓNICA PATRICIA OLMOS CAMPOS ES COMUNICADORA SOCIAL Y DOCTORA EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN//

//**LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL PLURAL – LIBERAL DE ESTE MEDIO DE COMUNICACIÓN//

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