Escribe Hugo Marcelo Balderrama

La fatal ignorancia de los políticos bolivianos

OPINIÓN | 14 Ago 2020

Emilio Martínez, autor del Ciudadano X, dice que no leer lo que escribían los intelectuales socialistas en los años 90 fue el gran error de la clase política de esa década, una fatal ignorancia en palabras del filósofo libertario Axel Kaiser. Tristemente, los actores políticos contemporáneos tampoco lo están haciendo. Veamos.

A principios de siglo, aprovechando su imagen de «preso político», Álvaro García Linera empezó a popularizar escritos como Indios y qaras la reinvención de las fronteras internas. Parafraseando a Mao Tse Tung, el texto habla de una marcha de largo aliento, de usar al indígena como nuevo sujeto revolucionario y de una guerra entre la civilización occidental y la cultura de los pueblos originarios. Claramente, se estaba defendiendo la violencia como instrumento para alcanzar el poder, incluso se hablaba de la provincia Achacachi como «zona liberada».

García Linera estaba buscando nichos de mercado para capitalizar de manera política -siguiendo la ruta iniciada por otros teóricos socialistas como Antonio Gramsci, Paulo Freire, Toni Negri, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe-. La bandera ya no lleva el símbolo de la lucha de clases, sino el de la inclusión de «sectores marginados» y «minoritarios». Es así como se ha construido el tan mediatizado relato indigenista, presente hoy en universidades, partidos políticos, medios de comunicación y demás, un lobby que guarda en su seno una profunda conflictividad social, la misma que ha caracterizado siempre al marxismo. Debemos admitir algo, la izquierda nos derrotó en el terreno cultural.

Por otro lado, Carlos Mesa fue siempre un aliado incondicional de los grupos violentos. Por ejemplo, el año 2003 -culminando su traición a Gonzalo Sánchez de Lozada– Mesa derogó la ley 2494 de Seguridad Ciudadana -la misma que sancionaba hasta con 8 años de cárcel el bloqueo de caminos- otorgándole una amnistía a quienes habían incendiado el país a plan de bloqueos, marchas y atentados contra la vida de los bolivianos. En el decreto firmado por Mesa se pueden leer párrafos como:

"Que la Ley 2494 del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana, en lo relativo a las modificaciones del Código Penal, ha sido considerada por la población como una Ley de seguridad del Gobierno de turno, para reprimir la protesta social y silenciar las reivindicaciones sociales, perjudicando los derechos fundamentales a la libertad de expresión y petición colectiva".

Es evidente, que el texto responde a una ideología que pervierte el orden, convirtiendo a las víctimas en victimario, a los delincuentes en representantes sociales, a la libertad en el derecho a la destrucción y a quienes intentan restablecer el orden (policías y militares) en viles represores.

Por eso, que el gobierno de Jeanine Añez pretenda resolver los conflictos iniciados por la COB y otros grupos afines a Evo Morales usando el dialogo y otros métodos democráticos es un error. No nos encontramos frente a actores políticos, sino a grupos violentos que no tienen ningún respeto por sus conciudadanos, incluso se escucha manifestaciones racistas contra la comunidad de bolivianos de ascendencia árabe.

Para terminar, la política no debe reducirse a la defensa de la democracia -que no deja de ser una forma muy defectuosa de elegir gobernantes-, sino a cuestiones mucho más importantes como el orden, la paz, la vida, la propiedad y la libertad

//*HUGO BALDERRAMA FERRUFINO ES ECONOMISTA, MASTER EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS Y PHD. EN ECONOMÍA//

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