Escribe Luis Antezana

La triste historia de la cándida Jeanine y la política desalmada

Bolivia opina

OPINIÓN | 24 Mar 2021

Jeanine Áñez, expresidenta de un Gobierno de transición durante once meses (2019-2020), pasó del Palacio Quemado a la cárcel, acusada de protagonista de un “golpe de Estado”. Así, Bolivia registró otro dramático episodio de su historia.

En el año 2019 el país registraba un ambiente de conmoción política con motivo de la reelección de Evo Morales. Una creciente oposición agitaba el ambiente, y el gobierno insistía en realizar elecciones “a como dé lugar”. Pese a todo, las elecciones se realizaron y, finalmente, el acto electoral fue denunciado de fraudulento. Entonces la mayoría de la población del país se insurreccionó. El presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera escaparon al Chapare (10 de nov.), donde renunciaron a sus funciones y volaron a México en avión enviado por el presidente azteca. ¿Qué papel jugó esos días la segunda vicepresidente del Senado, Jeanine Áñez?

La dama se encontraba en Santa Cruz, ajena a los acontecimientos de La Paz, sin pensar que le esperaba la presidencia del país. Entretanto en la sede de gobierno, después de violentos incidentes, caído el gobierno, se produjo absoluto vacío de poder. Los jefes políticos, impulsores de la rebelión, mataron al tigre, pero se corrieron del cuero y el tiempo se prolongaba con el poder acéfalo. La montaña había parido un ratón. No se encontraba salida posible a la crisis. En esas circunstancias el exdiputado Luis Vásquez Villamor buscaba una solución y encontró la posibilidad de terminar el conflicto con la sucesión constitucional con base en una archivada Resolución del Tribunal Constitucional del año 2001, por la cual el presidente Banzer traspasó el mando al vicepresidente Tuto Quiroga.

Con tan valioso hallazgo, Vásquez buscó a Tuto Quiroga y, considerando que ese documento era la fórmula mágica para superar la crisis, se dirigieron a la Plaza Murillo para hacer circular cientos de fotocopias de dicha Resolución. Entretanto, llegaba a La Paz la senadora Áñez, quien, después de ser conducida al Cuartel General de Miraflores, se trasladó a la plaza Murillo.

Mientras tanto, en la Universidad Católica de Obrajes se reunieron autoridades eclesiásticas, diplomáticos, jefes de partidos y dirigentes del MAS, analizaron el momento político y decidieron que la solución estaba en el documento providencial del Tribunal Constitucional de 2001.

El encargado de comunicar la decisión del concilio a Jeanine fue Ricardo Paz, asesor de Carlos Mesa. Por teléfono le preguntó: “Señora Áñez, ¿Está usted dispuesta a asumir la presidencia?”. La senadora respondió: “Sí, lo estoy” y se trasladó a la plaza Murillo. Se realizó una reunión congresal con parlamentarios, en ausencia de representantes del MAS, y se dio cumplimiento a la Resolución constitucional 003-2001, que apareció ratificada por los miembros del Tribunal Constitucional de Sucre, organismo que no estaba funcionando, pues sus miembros estaban desaparecidos porque el pueblo los buscaba por haber aprobado la prórroga de Evo Morales, rechazada por el referéndum del 21 F.

Evo Morales había renunciado dos días antes (10 de nov.) y el país estaba sin gobierno varios días y ¡por fin! se llenó el vacío de poder, Jeanine asumió la presidencia. No hubo, por tanto, golpe de Estado de Jeanine, ni al gobierno, porque, simplemente, el país estaba sin gobierno. Ese golpe fue al levantamiento popular triunfante días antes que preparaba su propio gobierno. Entre tanto, Camacho tomó Palacio, Biblia en ristre, pero no tomó el poder. La COB ya había pedido la renuncia de Evo.

El cónclave de Obrajes se había creído representante del levantamiento popular, sin tener derecho para ello, y el gobierno de Jeanine solo fue un cambio de guardia, un “coup de theatre”, que devolvió el poder al régimen depuesto.

Los artífices de ese trascendental hecho político fueron los obispos de La Paz y El Alto, Luis Vásquez Villamor, Tuto Quiroga, Carlos Mesa, representantes de la Unión Europea, diplomáticos de algunos países y representantes del MAS. Entonces, empezó “La triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada”.

//*LUIS ANTEZANA ES ESCRITOR E HISTORIADOR/ TOMADO DE EL DIARIO//

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