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Domingo, 5 de Mayo de 2024

Abrao, el encubridor de los crímenes de Morales fue despedido de la CIDH

POLÍTICA | 26 Ago 2020

CABILDEO / Amalia Pando.- El brasileño Paulo Abrao dejó la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) por decenas de denuncias de acoso laboral y manipulación de concursos y contrataciones, informó el propio Luis Almagro, Secretario General de la OEA.

Al margen de los motivos, su retiro le hace bien a la causa de los derechos humanos. Abrao puso a la CIDH al servicio de Evo Morales. Encubrió sus crímenes durante 14 años y fue parte de la movida internacional contra la Revolución de las Pititas.

En los 14 largos años del régimen de Morales, la CIDH recibió 115 pedidos de medidas cautelares. Aceptó solo tres. En cambio, en primeros ocho meses del gobierno de Janine Añez recibió 10 demandas de los militantes del MAS. En tiempo récord concedió protección a la Defensora del Pueblo, a la alcaldesa de Vinto, que bloqueó la salida de oxígeno con camiones de su municipio, y a la abogada del régimen, Mary Carrasco. Hay otras cuatro denuncias admitidas y tres descartadas.

Llegó al extremo de poner “me gusta” a un tuit de Evo Morales del 28 de julio, que decía que los bolivianos debíamos sobrevivir en el abandono. La Procuraduría General del Estado protestó por esta descarada parcialidad. En respuesta, primero recibió una justificación evasiva y finalmente, un mes después, tras otro reclamo, dijo que fue un “accidente involuntario”.

El procurador, José María Cabrera, acusó a la CIDH dirigida por Abrao, de “sesgada y política, y, en consecuencia, injusta” y puso como ejemplo su actuación a dos hechos: el 20 de febrero el ex Defensor de Pueblo, Waldo Albarracín pidió medidas cautelares porque el 10 de noviembre de 2019 las hordas masistas destruyeron y quemaron su casa poniendo en riesgo su vida y la de toda su familia.

El 28 de febrero, un ciudadano argentino, Adaír Pinto, que se hace pasar por periodista, presentó también ante la CIDH otro pedido similar porque en un karaoke de Cochabamba tuvo un altercado de borrachos con jóvenes de la llamada “Resistencia cochala”. Sin sonrojarse, Abrao concedió primero medidas cautelares al argentino, y para acallar las críticas, tuvo después que pronunciarse sobre la demanda de Albarracín.

Abrao en octubre y noviembre

La fotografía de Abrao con los familiares de los muertos en Sacaba en noviembre de 2019 sintetiza el informe de la CIDH sobre la violación de los Derechos Humanos en noviembre de 2019, tras la huida de su jefazo Evo Morales.

Abrao no consideró los 12 muertos y centenares de heridos a bala, piedra y palo que dejó Evo Morales en octubre de 2019, antes de abandonar el gobierno, y se abocó a condenar la muerte de una veintena de jóvenes en Senkata y Sacaba como los únicos hechos de ese noviembre de terror. No condenó los incendios de casas, entre ellas la de Waldo Albarracín, y un centenar de buses municipales ni los atentados terroristas en el gasoducto en Bulo Bulo y en la planta de Senkata que pudo explotar como ocurrió últimamente en Beirut. Abrao no quiso ver los hechos, los videos y el beneficio político que Evo Morales sacó con los muertos que él mismo causó para victimizarse ante la opinión pública internacional.

Abrao guardó las grabaciones en las que Evo presidente y Evo autoexiliado ordenó matar de hambre a las ciudades que se habían levantado contra su gobierno, una actitud criminal que ha continuado en estos días de voraz pandemia en los que el jefazo ordenó a su gente, sin miramientos, pena ni consideración, salir a bloquear inclusive ambulancias y tanques de oxígeno.

La Masacre del Oxígeno y La Haya

Es responsable del contagio masivo de campesinos e indígenas que acataron la orden de bloquear todo el país y de la muerte de su propia hermana Esther, como de otros pacientes de COVID-19 a quienes los bloqueos les privaron de oxígeno y murieron durante las dos semanas que duró su macabra aventura.

En La Haya, ante la Corte Penal Internacional, a iniciativa del abogado boliviano Alfonso Dorado, cursa una denuncia por genocidio contra Evo Morales, basada en un centenar de hechos sustentados en videos y grabaciones de audio obtenidos entre el 27 octubre al 20 de noviembre de 2019, entre ellos, las dos órdenes para cercar las ciudades. A esas denuncias, que están sometidas a un examen jurídico por la Fiscalía de ese tribunal internacional, habrá que agregar la Masacre del Oxígeno, ordenada por Morales y cumplida por sus secuaces.

El 16 de agosto, Morales publicó un tuit por la muerte de su hermana Esther en Oruro: “Por qué tanto odio, racismo y persecución política que me impiden ver, por última vez, a mi única hermana, para mi Esther fue mi madre”.

Otra vez, Evo es la víctima, cuando ese mismo día, al igual que su hermana, murieron otros 55 padres, madres, hermanos, hijos amados, asfixiados todos por el COVID-19 y los bloqueos ordenados por él.

14 años de violación permanente de los derechos humanos

Abrao y la CIDH bajo su conducción encubrieron los crímenes cometidos durante el régimen de Morales, que fueron muchos y que segaron la vida de un centenar de personas y privaron de libertad a tantos otros.

La CIDH es un organismo muy importante, o debió serlo, para los ciudadanos de un país como Bolivia que no tienen otra instancia donde acudir porque todo el aparato estatal está controlado por una sola persona o partido y el aparato judicial no es sino un apéndice de los intereses del poderoso de turno.

Ha pasado tanta agua bajo el puente que ya muchos olvidaron cuánto sufrimiento causó Morales mientras él disfrutaba de sus quinceañeras, palacios, helicópteros, viajes alrededor del mundo y un avión presidencial para impresionar a sus jóvenes preferencias.

De Rózsa a Chaparina

El 16 de abril de 2009 ordenó la matanza del hotel Las Américas. Ejecutó a tres personas, en un caso tan sórdido, aún no esclarecido oficialmente, en el que su gente contrata a Eduardo Rózsa Flores para tender una trampa a la cúpula político-empresarial de Santa Cruz, y luego lo manda matar.

El 25 de septiembre de 2009 desató la más brutal represión contra una marcha indígena del oriente, en la localidad de Chaparina. La cinta adhesiva acalló los gritos de los apaleados, bebes arrancados de los pechos de sus madres y dirigentes presos, perseguidos o comprados. Y él, “enterándose” por la televisión y echándole la culpa a que se había “roto la cadena de mando policial”.

Bakovic, Illanes, discapacitados, cooperativas y policías

De ahí en adelante, la “cultura del diálogo” fue enterrada junto a decenas de víctimas del abuso de poder. En 2013 falleció José María Bakovic de un ataque cardíaco cuando lo obligaron a viajar a La Paz. Fue perseguido hasta la muerte con 77 procesos judiciales.

En 2016, después de haber perdido el referendo y matado a seis personas en el incendio de la Alcaldía de El Alto, lanzó la más brutal represión contra los también más indefensos, los discapacitados. Recordar ese sufrimiento, con las sillas de ruedas volando por los aires y los inválidos siendo arrastrados y ensangrentados, era el anticipo de todo lo que Morales era capaz de hacer para mantenerse en el poder.

Meses después, el 25 de agosto de 2016, con toda la frialdad de un asesino serial, sacrificó a su viceministro de gobierno, Rodolfo Illanes, quien fue entregado a los enardecidos cooperativistas mineros que vieron caer a bala a cuatro de sus compañeros y volar por dinamita a un quinto, durante un prolongado bloqueo sobre la carretera La Paz-Cochabamba.

El 30 de agosto de 2018, el régimen sacrificó al teniente de policía Daynor Sandoval. El y otros siete policías recibieron una ráfaga en las piernas en La Asunta, Los Yungas. El único herido grave fue Sandoval, que murió desangrado por falta de atención médica. Por orden del Ministerio de Gobierno fue trasladado todavía con vida por tierra por 300 kilómetros hacia el norte, en vez de llevarlo en helicóptero a La Paz.

En aparente represalia, en el mismo puente San Antonio, cayeron muertos, con otra ráfaga que los decapitó, dos cocaleros, Eliseo Choque y Carlos Vega. Al velorio en ADEPCOCA llegó la pequeña hija de Eliseo, acompañada por sus compañeros de escuela, con un cartel que decía: “Evo, asesinaste a mi papá "

Chau Abrao, los muertos no te olvidarán

Desde los hechos de El Porvenir en Pando, que dejaron 11 fallecidos, hasta la detención por un año de un joven albañil Moisés Montero Choque, en Potosí, por gritar “Bolivia dijo NO”, la cadena de violaciones a los derechos humanos se hace tan larga que parece infinita, tanto como la impunidad y la injusticia que protegió a Morales, la eterna “víctima” de la derecha y el imperialismo.

Paulo Abrao, desde la CIDH, fue parte de ese aparato encubridor a los crímenes de quien nos liberamos hace casi un año. Por eso, ayúdenme a festejar su despido y a gritar: ¡Viva Almagro!

//FUENTE: CABILDEO DIGITAL// 

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¡CHAU PAULO ABRAO! El encubridor de los crímenes de Evo Morales fue despedido de la CIDH
 

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