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Martes, 7 de Mayo de 2024

“Evadas” cumple una década desde que compiló la borrachera de poder en Bolivia

SOCIEDAD | 27 May 2021

VISOR BOLIVIA / Redacción central.- Considerado un best seller para Bolivia, donde hacer literatura y vender 3 mil ejemplares ya es una proeza, “Evadas” se convirtió en uno de los más requeridos en las ferias del libro con cada una de sus ediciones. Nacido hace una década, el libro de bolsillo con cien frases de Evo Morales para la historia llegó a cinco ediciones “reca-r-gadas”, en las que se denunció la borrachera de poder que el país soportó durante casi 15 años.

Alfredo Rodríguez Peña es el autor del conocido texto que en mayo de 2011 veía la luz en un par de librerías cruceñas, para luego pasar a escaparates internacionales y ser protagonista de las prestigiosas ferias del Libro de La Paz y Santa Cruz.

Dos ediciones del libro no fueron suficientes para recopilar las interminables, desopilantes e indignas frases de Evo Morales y su entorno palaciego. Otras tres ediciones ampliadas también reflejaron el reflujo verbal de otros políticos del socialismo del siglo XXI, a cuál más gracioso o más patético.

Esa “borrachera de poder”, como citó el autor, concluyó en noviembre de 2019, pero dicho desgaste cíclico ya se había anticipado en “La última Evada”, quinta edición publicada en 2018, que incluso fue expuesta como alerta roja al entonces vicepresidente e intelectual, en su visita al stand de Rodríguez en el Campo Ferial Chuquiago Marka. La anécdota de aquella noche en Seguencoma, se convirtió en profecía para todo el país.

Con permiso del autor, @VisorBolivia comparte “in extenso”, la reseña del escritor y periodista Alfredo Rodríguez Peña, al celebrar los diez años de “Evadas”.

A DIEZ AÑOS DE EVADAS

Por estas mismas fechas de mayo, pero en 2011, salía de una imprenta con una caja que no tenía ningún tipo de membrete ni marca. Adentro llevaba la primera edición de mi libro EVADAS, CIEN FRASES DE EVO MORALES AYMA PARA LA HISTORIA. La empresa esa me los entregó así, sin dejar huellas de su participación en la publicación de ese trabajo.

Todavía calientes, me fui a dejar los primeros ejemplares en consignación a las librerías que se animaron a venderlo. Lewylibros fue una de ellas, dejé cinco copias y me dijeron que, si había alguna novedad, me llamarían; no esperé mucho, al día siguiente, la Sra. Gabriela, me pidió 20 libros más. “Hijo, tu libro va a ser un éxito”, me dijo sin imaginar, tal vez, que su bendición sería una poderosa premonición.

Por la tarde me fui a la Feria del Libro de ese año, donde la periodista Maggy Talavera me hizo un campito en el estand del Semanario Uno, y así comencé a vender aquellas miniaturas. Entre los primeros visitantes, apareció un fotógrafo de la agencia EFE, registró la portada, tomó mis datos y se marchó. Al día siguiente, el asunto era noticia internacional: alguien había sistematizado los disparates del presidente boliviano y desafiaba al régimen al exponerlos públicamente.

La noticia de EFE se reprodujo en muchos idiomas y la prensa se dio modos para dar con el autor de la jocha. Comencé a recibir llamadas de medios argentinos, colombianos, mexicanos, a los que después se sumaron radios como la Voz de América y la misma CNN, desde Estados Unidos. El librito hizo demasiada bulla al nacer y resultaba imposible dar marcha atrás.

La primera edición de tres mil ejemplares se hizo “chichisco” en los diez días de feria. Hubo que apurar una reimpresión para atender los pedidos de todas las librerías del país. En agosto, el fenómeno volvió a ocurrir en la Feria Internacional del Libro de La Paz.

La muestra literaria paceña se realizaba en el Círculo de Oficiales del Ejército, un espacio muy restringido, pero que albergó a una gran cantidad de expositores entre los que logré hacerme un campito, el necesario para poner solo una mesa de un metro cuadrado. Las ventas y la cobertura de prensa se desbordaron otra vez. Por las noches aparecían las autoridades y cuando se anunciaba la llegada de Evo Morales a aquel predio, todos los colegas y el público presente dirigían sus miradas a mi rincón del mundo para ver mi reacción. Yo solo acomodaba mi puestito y esperaba al proveedor de la materia prima de mi libro para agradecerle. Lamentablemente nunca llegó, creo que el cocalero jamás piso una feria del libro en toda su larga gestión.

Por supuesto, no todo transcurría como una taza de leche. Había molestia. Recibí insultos en varias ocasiones, las dueñas de los kioscos de revistas que vendían mis libros en la plaza 24 de Septiembre fueron amenazadas y también fueron visitados los medios de comunicación donde yo había trabajado hasta ese entonces con el fin de obtener datos, videos y referencias mías. De tanto en tanto, un misterioso esbirro del masismo aparecía y me tomaba fotografías en la calle. Yo solo me detenía a posar y sonreír para que las imágenes salgan bien.

Alentado por la respuesta del público, en octubre de ese año, me lancé a la Feria del Libro de Santiago para participar en aquel acontecimiento cultural en el que Bolivia era el país invitado de honor. Demás está decir que no integré la comitiva oficial, compuesta principalmente por bailarines de diablada, así que busqué los recursos para ir por cuenta propia. Cuando estuve allá, logré que la Cámara Chilena del Libro me permita presentar la antología de disparates en varios estands y también que me incluya en su programación. Envalentonado con todo aquello, me atreví también a exponer Evadas en el estand boliviano, a cargo entonces de funcionarios del país anfitrión.

Ya estaba firmando libros cuando apareció la Ministra de Culturas de Bolivia de aquel entonces, quien de inmediato me expulsó del lugar, no sin antes reclamarme por qué yo estaba destruyendo lo que a ellos les estaba costando construir tanto. Me preguntó por qué me puse a publicar huevadas, a lo que yo respondí que eran Evadas porque eran frases de Evo; irritada, volvió a la carga para preguntarme por qué no había publicado las huevadas de otros presidentes, a lo que yo contesté que con los dichos de otros mandatarios no alcanzaba para un libro. Terminé recogiendo mis libros del suelo.

Por supuesto, no me quedé con los brazos cruzados. Convertí ese acto de humillación en más publicidad al denunciar el exabrupto oficial a la prensa internacional. El libro tomó un nuevo impulso y mis ventas aumentaron como no lo imaginé. Tiempo después supe, por informantes de primera mano, que desde el mismo Palacio de Gobierno salió una orden para que ninguna autoridad genere más polémicas con mi libro.

Yo me quedé pensando mucho en aquella frase inicial de la ministra de marras, pues no lograba ver ni entender lo que estaban construyendo; pero luego caí en cuenta que se trataba del mito. El masismo, el foro de Sao Paulo, la izquierda toda estaba trabajando en la construcción de la narrativa del mesías andino que había llegado a salvar el planeta, como aseguró por ese entonces el presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel D’Escoto Brockmann. Nadie les había el parado el carro hasta ese momento, pero el librito de bolsillo ofrecía otro relato, otra versión de los hechos.

Como era previsible, cuando regresé a Bolivia, me esperaban nuevos problemas. Por esas fechas estaba prestando servicios en una ONG, a la que ingresé después de un largo proceso de clasificación; repentinamente me dijeron que se había presentado una reestructuración y que ya no trabajaría ahí. Las puertas de otras instituciones y de otros medios también se cerraron para mí y tuve la necesidad extrema de comenzar a vender mis cosas para sobrevivir. Presionado por mis compromisos financieros, tuve que generar nuevos medios de subsistencia, los que hasta ahora me ayudan a parar la olla.

Jamás renegué por aquellas represalias; sabía a lo que me metía. Además, comprendía muy bien la situación. El año 2010 tuvo lugar la masacre del hotel Las Américas. ¿Quién querría arriesgar su empresa al tenerme en su staff? Solo hubo un loco, gran amigo personal, que me abrió las puertas para escribir en su revista de tendencias de moda. Tuve que aprender sobre trapos y zambullirme en la industria del glamour y el modelaje para salir adelante.

Evadas, sin embargo, seguía dando que hablar. A fines de 2011 ya había agotado dos ediciones y la demanda continuaba en ascenso. Cuando publiqué la tercera edición del libro me llevé una sorpresa enorme al recibir una llamada en la que me informaban que los disparates estaban en exposición en el mismísimo stand de la Vicepresidencia de la República, en la Feria Internacional del libro de Cochabamba. Partí de inmediato para la Llajta y corroboré personalmente el hecho.

El cambio de estrategia era muy sintomático. El masismo no solo decidió no polemizar más, sino que intentó aprovechar la circunstancia para proyectar pluralidad y respeto a la libertad de prensa. Evadas se paseó por todo el país con el auspicio de la Vicepresidencia, el propio Álvaro García Linera comenzó a visitar mi puestito y a comprarme el libro de los dichos y hechos de su jefe. Cuando esto ocurrió, me di cuenta que ahora era yo el que trabajaba en la construcción del mito y que debía evitar tal proyección.

Para salir del asunto, en la cuarta edición de Evadas publiqué un capítulo con las frases más desopilantes del Vicepresidente y lo llamé Alvaradas. El chiste logró mi propósito, el stand de la Vicepresidencia dejó de promocionar los disparates de ambos gobernantes y yo me desmarqué del régimen una vez más.

Cuando muchos se dieron cuenta de aquella jugada, hasta vinieron algunos líderes de oposición a darme palmaditas en el hombro. Yo tampoco quería que se me asocie o vincule con ellos; así que hice una pausa y me dediqué a la literatura infantil, donde tenía varios proyectos de publicación en sala de espera. Intenté enfriar el asunto de las frases polémicas y atizar otros fuegos. Sin embargo, los disparates continuaban apareciendo y cada vez eran más atronados. Por supuesto, los seguía coleccionando.

El año 2018 ocurrieron tres hechos que me llamaron poderosamente la atención: la salida de Raúl Castro del poder en Cuba, protestas con muertos en Nicaragua y el incremento del éxodo de los venezolanos que escapan del régimen de Maduro. ¿Señales del fin de un ciclo? Los mandatarios de esos países también aparecían en Evadas y me puse a buscar otros indicios que puedan corroborar mi hipótesis del histórico epílogo. Descubrí entonces que tales signos ya habían ocurrido en otros momentos de la historia de la humanidad y que, tarde o temprano, también ocurrirían en Bolivia.

Las frases cada vez más perturbadoras eran las claves más claras del fin del evismo, así que preparé una última edición en la que anticipé la caída de Morales, aunque no sabía las circunstancias. En julio de ese año, apareció una vez más García Linera en mi stand, en La Paz, y le dije que la última edición anunciaba el fin de su ciclo. El Vicepresidente me dijo que eso era imposible, que no podía acabar algo si no había otra cosa que lo remplace y que la oposición en Bolivia no tenía nada.

Un año y medio después, mi vaticinio se cumplió. El fraude del MAS en las elecciones de 2019, mediante el cual buscaron la prórroga de Morales en el poder por cuarta vez, fue descubierto y los lideres masistas tuvieron que fugar a México, como todos lo vimos.

El tiempo me dio la razón, pero también se la dio a García Linera: no teníamos nada para reemplazar al masismo. La recuperación de la democracia fue efímera y los bolivianos volvimos a caer en manos del socialismo porque no tuvimos la capacidad de construir una estructura política alternativa lo suficientemente grande y sólida para desmontar la que nos había sometido.

Quedan las lecciones y el registro de los hechos y dichos para que las futuras generaciones recuerden lo que nos tocó vivir: la borrachera de poder más larga de la historia del país.

//@VisorBolivia//

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