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Viernes, 19 de Abril de 2024

Mitos y verdades sobre la renuncia de Evo Morales

POLÍTICA | 12 Nov 2019

PANAM POST.- Evo Morales renunció a la presidencia de Bolivia la tarde del 10 de noviembre. Enseguida la polarización política influenció sobre la emisión de noticias. Primero dijeron que se trataba de un ataque racista a un presidente indígena, segundo hablaron de un golpe de Estado y tercero aseguraron que los militares forzaron a Evo a renunciar. Pero la evidencia afirma que ninguno de esos postulados es cierto.

Un abrazo entre los «ponchos rojos», indígenas icónicos del altiplano, junto a los cívicos de Santa Cruz selló una alianza histórica que desmonta la versión de Morales.

«¿De qué racismo habla cuando el pueblo sale a luchar por nuestro país? Ya no queremos ser manejados por este narcotraficante dictador. Hay muchos presos, perseguidos políticos que están afuera, porque cuando denunciamos somos enviados a la cárcel. Cuando denunciamos, somos perseguidos por este gobierno dictador que ya está en su cuarta reelección. Díganme en qué lugar del mundo se ha visto que un gobierno democrático que se quiera reelegir a la fuerza».

Así lo exclama para PanAm Post Guadalupe Cárdenas, mujer indígena, perseguida política, embajadora de Derechos Humanos mundial, respresentante de la federación de esposas de policías.

«EVO ES VÍCTIMA DE RACISMO»

Lo cual desmonta el reclamo de Evo Morales sostenido por la izquierda política continental «Mi pecado es ser indígena, dirigente sindical y cocalero».

La labor de Guadalupe le condujo a prisión por sedición, denunciada por el régimen tras haber demostrado actos de corrupción con el dinero del fondo indígena y la venta ilegal de petróleo, narcotráfico y abuso de poder del gobierno de Evo Morales. Pesan 17 juicios en su contra, en violación directa a la ley, pues la Constitución plantea a la sedición como una acción global, no individual.

Mientras ella intercala la entrevista entre el castellano y las partes más efusivas en su lengua natal, asegura que Evo Morales no habla ni aymara, ni quechua, ni guaraní, y asegura que Morales «es el peor racista, como nunca en la historia».

“Yo le hablo de los indígenas del oriente, de la Chiquitanía, donde han mandado a quemar. No le ha importado a nuestros bosques, nuestras áreas vírgenes de la selva. Chiquitanía, no le ha importado, ha quemado acá la provincia. Están amenazados los indígenas”.

Insiste que en el gobierno de Morales ha habido discriminación entre la clase alta, clase media, clase indígena, «que nos ha hecho pelear a todos».

“Este es el peor gobierno que hemos tenido y se llama «gobierno de los pobres». Cuando este señor tiene aviones y helicópteros y ha hecho construir como ningún otro gobierno en la historia de Bolivia casas de lujo, se quiso hacer el palacio. Cuando no tenemos hospitales, está muriendo la gente. Y este es el hombre más racista que nos está haciendo pelear ahora, para que él diga que esta es una lucha contra el racismo en su estado, cuando la mayoría de sus ministros, el 90 %, son gente de tez blanca y un 10 % son los que no opinan, no dicen nada, tienen que recibir órdenes de esta gente”.

De hecho, existen denuncias que el gobierno de Evo Morales pactó acuerdos con varias de las familias oligarcas de La Paz y Santa Cruz. Dichas alianzas, junto a los asentamientos informales de seguidores de Morales, serían las que desataron el incendio de la Chiquitanía, que se dio gracias al decreto firmado por Evo Morales que permitió quemar los bosques en áreas naturales protegidas por ley. Lo contrario a la quema ancestral que respetaba los ciclos de la tierra. Dichos incendios afectaron mayormente a la población indígena rural, entre más de 5 millones de hectáreas quemadas.

El último acuerdo que hubo fue la producción de etanol, liberación de desmontes en áreas protegidas (que desencadenó el incendio de la Amazonia) y exportación de carne a China. Cabe señalar que estas alianzas non sanctas entre las familias de abolengo se dieron a raíz de los cupos impuestos por el gobierno sobre la exportación. Sin sobornos, no era posible.

Es precisamente la corrupción del gobierno de Morales lo que provocó el repudio masivo por parte de todas las etnias y regiones.

«FUE GOLPE DE ESTADO»

Tras 20 días de protestas, que empezaron el día de las elecciones (el 21 de octubre), Evo Morales cedió ante la presión de las calles, que lograron la presencia de auditores de la OEA que confirmaron que el 23 % de las actas electorales escrutadas mostraban irregularidades.

Pese a que la cantidad de votos permitía un balotaje, Evo Morales anuló la segunda vuelta y se declaró vencedor unilateralmente en la primera ronda, lo cual despertó la ira en las calles; ira que está presente desde el 21 de febrero del 2016, fecha en la cual los bolivianos votaron «no» en un referéndum constitucional que pretendía modificar la Carta Magna para permitir al presidente del Estado bolviano postularse a ser reelecto.

Y es que la Constitución de Bolivia prohíbe que un candidato presidencial se lance más de dos veces seguidas. Pero Evo, contra la ley y la voluntad popular, pretendía ahora una cuarta elección.

Por eso más de 1 millón de bolivianos se congregaron en cabildos, herramienta constitucional que permite la democracia directa para exigir primero la transparencia electoral y acorde avanzaron los días abiertamente el retiro de Evo Morales.

De acuerdo con el artículo 11 del capítulo tres de la Nueva Constitución Política del Estado:

«I. El Estado adopta para su gobierno la forma democrática participativa, representativa y comunitaria, con equivalencia de condiciones entre hombres y mujeres. II. La democracia se ejerce de las siguientes formas, que serán desarrolladas por la ley: 1. Directa y participativa, por medio del referendo, la iniciativa legislativa ciudadana, la revocatoria de mandato, la asamblea, el cabildo y la consulta previa, entre otros. Las asambleas y cabildos tendrán carácter deliberativo».

«LOS MILITARES FORZARON A EVO A RENUNCIAR»
En vista de que los simpatizantes de Evo Morales usaron balas para reprimir a los manifestantes en su contra, las Fuerzas Armadas hicieron un llamado por la paz que incluía la recomendación de la renuncia de Evo, no así una exigencia ni mucho menos una acción armada.

Las Fuerzas Armadas se negaron a reprimir el levantamiento civil. Pues dijeron que no había amenaza externa sobre la soberanía y tampoco interna, mientras que la policía hizo un motín y se unió a los manifestantes en contra de Morales.

En palabras de Christian Aramay, miembro de la red de líderes para la Democracia y el Desarrollo, «la policía se amotinó debido a las constantes humillaciones que les realizó el partido de Morales, y estas humillaciones se dieron también ante pésimas condiciones que sufren. Hoy se suman a las movilizaciones por la democracia porque, además, en todos los puntos (salvo en aquellos donde hubo enfrentamientos), se los trataba con cortesía; no hay resentimiento, se busca justicia y hay un claro reconocimiento de que el policía es también parte de la ciudadanía. No hubo un solo enfrentamiento provocado por la oposición».

Entre estas «humillaciones» está el hecho de que hace cinco años el gobierno prometió aumentar los sueldos policiales y aún no se ha hecho efectiva esa promesa. Tampoco reciben armamento y ellos mismos se compran la vestimenta. A diferencia de las Fuerzas Armadas, no cuentan con hospital propio. Es decir, no cuentan con las condiciones básicas para llevar a cabo su trabajo. Con lo cual se sintieron abandonados por el gobierno.

Sin embargo, a raíz de los incidentes violentos disparados luego de la renuncia de Evo, la policía —si bien sigue del lado de los manifestantes contra Evo— ya no está retraída sino en las calles intentando restablecer el orden y controlar a los seguidores Morales.

En todas las esferas de la sociedad, salvo aquellas privilegiadas por convenios estatales, hay inconformidad con la gestión de Evo Morales, pero en particular por su perpetuidad en el poder que pretendía lograr pasando por encima, primero de la ley, y segundo del voto.

Pero para ciertos sectores políticos la voluntad popular pasa a segundo plano si atenta contra sus aliados en el poder.

Como dijo el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro: «La palabra golpe se usa mucho cuando la izquierda pierde. Cuando ellos ganan, es legítimo, pero cuando pierden es golpe. Yo no voy a entrar en esa narrativa».

//FUENTE: PANAM POST//

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