Escribe Hugo Marcelo Balderrama

Sea responsable: mantenga sus finanzas personales fuera del alcance del Estado

Escribe Hugo Marcelo Balderrama

OPINIÓN | 20 Sep 2019

En días pasados un crítico de mis columnas me escribió un correo bastante agresivo. Entre las cosas que el enfurecido amigo me decía estaban las siguientes: “Ustedes los defensores del capitalismo son irracionales, es imposible que una sociedad viva con el libre mercado, ahí los más ricos se hacen más ricos, y los pobres se hacen más pobres”.

Para ser honesto, y dado que el remitente del correo es periodista: la falta de conocimientos en economía no me sorprendió. Pero lo preocupante es que economistas profesionales usen esos mismos argumentos, y sean los primeros en brindarles pretextos a los Estados para usurpar funciones que por naturaleza le pertenecen a la sociedad civil.

El tema monetario es quizás el tópico peor entendido en ciencia económica. Todas las crisis económicas tienen origen en la presunción que son los Estados que le otorgan valor al dinero, por lógica, la gente debe aceptar cualquier política monetaria que se les ocurra a los mandones de turno.

Lastimosamente, como diría el gran economista Friedrich von Hayek: “El derecho exclusivo del Estado de emitir y regular el dinero no ha contribuido a proporcionarnos una moneda mejor de la que habríamos tenido de otra manera, sino, posiblemente, mucho peor. Este derecho, como veremos más adelante, se ha convertido en el principal instrumento de las actuales políticas gubernamentales y ha contribuido al crecimiento general del poder público”. (Hayek, 1980, pág. 20)

Pero contrariamente a la creencia popular, el dinero no le debe su valor al Estado y tampoco ha sido creado por ninguna autoridad política, sino mediante intercambios entre desconocidos, eso que los griegos llamaban catalaxia; es decir, volver amigos a los extraños.

El dinero tiene tres funciones en la sociedad: 1) medio de pago, 2) unidad de cuenta para los cálculos de costos y producción, y 3) depósito de riqueza para minimizar la incertidumbre de nuestro futuro.

Penosamente, los Estados al manipular la moneda a su antojo han destruido la calidad del dinero, y de esa manera han hecho imposible el cálculo económico y el ahorro.

Los casos de las inflaciones de Zimbabue –donde los precios se duplicaban cada 24 horas–, o Argentina –donde el dólar se disparó hasta niveles inalcanzables– y Venezuela –que atraviesa su peor crisis económica–; son la prueba fehaciente que los Estados son los peores enemigos de las finanzas personales.

¿Entonces qué hacemos?

En primer lugar: jamás confiar en los famosos índices macroeconómicos, y esto no es por fatalismo, sino sentido común, porque los indicadores macro nacen con un error ontológico fatal: consideran que los Estados crean riqueza.

En segundo lugar: siempre tenga sus activos en divisa fuerte. Por ejemplo, en Bolivia ahorre en dólares y manténgalos lejos de los Bancos y de las Administradoras de Jubilación.

En tercer lugar: si usted es de una familia ligada a una empresa exitosa, busque asesoría para sus inversiones de largo plazo. Como señala el experto en finanzas Fernando Nogales: “La familia es la generadora de un proyecto de largo plazo que no está programado. Habitualmente, los empresarios son muy hábiles en el ámbito de la empresa, pero hay que serlo también en el desarrollo de la complejidad de la familia, y dejar bien establecida la herencia”.

Finalmente: la familia es la institución social más importante, cuya destrucción siempre fue el gran objetivo de los socialistas. Con la educación estatal buscan quitarte la patria potestad sobre los hijos, y con el debilitamiento de la economía pretenden esclavizarlos. Por eso, homeschooling es la alternativa para formar ciudadanos de bien e inversiones responsables para tener familias sólidas.

//*HUGO BALDERRAMA FERRUFINO es economista, master en Administración de Empresas y PhD. En Economía//

//**LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL PLURAL – LIBERAL DE ESTE MEDIO DE COMUNICACIÓN//

Escribe Hugo Marcelo Balderrama