Escribe Hugo Marcelo Balderrama

Las mentiras de las “otras economías” y la “lucha contra la corrupción”

OPINIÓN | 24 May 2019

Bolivia se encuentra en plena etapa electoral. Todos los partidos, con la esperanza de derrotar a Evo Morales, alistan sus candidatos y sus planes de gobierno. Carlos Mesa aparece entre las figuras más representativas de la oposición y, para millones de bolivianos, es el espejismo de un cambio en el rumbo político del país.

Lastimosamente, la política nacional gira alrededor de personas y no de ideas. La opinión pública se preocupa por las cualidades “morales”, “intelectuales” y “académicas” de los candidatos, pero no mira sus programas políticos ni económicos. ¿Razones? Varias, desde la ignorancia de la ciencia política hasta las malas intenciones de quienes quieren subirse al tren ganador.

Mesa propone mantener lo “bueno” del gobierno del MAS, por ejemplo, las regulaciones sobre la tasa de interés, los bonos para ciertos sectores y las políticas de “beneficios” para los trabajadores. Adicionalmente, varias veces manifestó no creer en el libre mercado, sino en “otras economías” más “humanas” e “inclusivas”, sin mencionar su fuerte coqueteo con la ideología de género y todo el marxismo cultural.

Pero ¿Es correcto el planteamiento del señor Mesa? ¿Es verdad que “otras economías” puedan existir? ¿Es cierto que el libre mercado es excluyente e inhumano?

Vamos por partes. Antes que nada, debe definirse el mercado. El mercado es un proceso natural, pero sumamente complejo, de intercambio comercial entre personas que buscan satisfacer sus necesidades. El comerciante que mejor sirva a su prójimo obtendrá utilidades que serán reflejadas en sus cuadros financieros, pero aquel que falle en este menester obtendrá perdidas.

El libre mercado es el único proceso que permite la asignación eficiente de los factores económicos, es la ruta correcta para capitalizar la economía, la mejor forma elevar los salarios en términos reales y es el único método ético de tratar con el problema de la escasez.

Por otro lado, con excepción del tipo de cambio fijo, la gestión económica del MAS ha sido desastrosa. El crédito barato, tan defendido por el sector oficialista, ha puesto al sector financiero al borde de la quiebra y generado una inflación de las viviendas que el gobierno hábilmente catalogó como “auge del sector inmobiliario”. Los “beneficios laborales”, en realidad medidas de extorción acordadas entre los sindicados y el Gobierno, son las principales causantes del cierre de empresas medianas y pequeñas. Y los bonos no son una ayuda para combatir la pobreza, sino un instrumento de sometimiento a los sectores más vulnerables y un mecanismo de conseguir militantes a costa del Estado.

Carlos Mesa no es un candidato interesado en cambiar de sistema, sino en conseguir el poder. Como dice el gran Alberto Benegas Lynch: “Para un socialista no hay nada peor que un gobierno socialista que no lo toma en cuenta”. ¿Y sus ofertas de lucha contra la corrupción? La corrupción es solo un síntoma, los verdaderos problemas son el tamaño del Estado, las muchas funciones que asume y el enorme presupuesto que maneja. Sin cambio de sistema, cualquier intento de luchar contra la corrupción es demagogia pura y un canto de sirenas.

La única ruta de salida es la construcción de un nuevo partido que sea liberal en lo económico y conservador en la cultural. Gracias a Dios, y desde la hermosa ciudad de La Paz, se viene germinado el movimiento “Libre”, una plataforma política que promete dar una verdadera batalla al socialismo y representar a los bolivianos que aman la paz, el orden y el trabajo.

//*HUGO BALDERRAMA ES ECONOMISTA MASTER EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS Y PHD. EN ECONOMÍA//

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