Escribe: Sayuri Loza

“UN DOMINGO CUALQUIERA”

OPINIÓN | 25 Jun 2017

SAYURI LOZA / 25 junio.- Era domingo, un domingo como cualquiera en la República de Uruguay, abatida -al igual que sus vecinas- por la más oscura época del siglo XX en Latinoamérica: la dictadura militar, aquella que controlaba cada movimiento, cada mirada, cada palabra de sus ciudadanos y, con más fuerza, de sus medios de comunicación.

En Uruguay todo había empezado con la cesión de una parte del poder del presidente Bordaberry a las fuerzas armadas en medio de una profunda crisis económica y social que el débil gobierno democrático no había podido controlar. Esto sucedió en 1973; en 1976 el poder militar era total. Para disimular se eligió a Aparicio Méndez -ex ministro de Salud- como presidente títere. El domingo del que hablo, era uno más de 1979 en plena dictadura, ya saben, cuando escuchar de muertos o desaparecidos era ya rutina.

En efecto, entre 1976 y 79, aparecían cadáveres en las bahías uruguayas, el gobierno militar fue tajante: anunció de manera oficial que se trataba de cadáveres de “asiáticos” resultado de peleas en barcos coreanos, las mismas autopsias practicadas a estos “coreanos” firmaban y sellaban que se trataba de individuos “asiáticos”. Nadie podía decir que eran cuerpos de compatriotas uruguayos contrarios al régimen. Pero no se puede tapar el sol con un dedo ¿verdad?

Hoy, el periódico es un medio menos popular de lo que fue en los 70s, en especial en un país como Uruguay famoso por su alta tasa de alfabetización. El periódico era un medio masivo, tanto o más que en nuestro territorio y ¡vamos!, ¡que era domingo!, y en domingo, compramos el periódico para pasar el rato, para tener el resumen de la semana, para llenar los suplementos de entretenimientos, para leer los clasificados… ¡PARA LEER LOS CLASIFICADOS!, esa idea debió de pasar por la mente del desgraciado o del héroe, según unos y otros, que urdió ésta que se convertiría en la primera estocada contra el régimen que terminaría años después exiliado del poder que tanto atesoraba.

Pero era domingo, sí, los periódicos contaban con “fiscalizadores” de uniforme que se encargaban de cernir toda expresión aunque tan sólo sugerente de ataque al sistema, en un escenario –que no me hace falta ilustrar demasiado pues muchos de ustedes, lectores, han vivido uno similar en el país- donde el opositor era capturado, torturado, asesinado o, en el mejor de los casos, exiliado. Mucho más por la constante vigilancia, era mejor guardar silencio y mirar al otro lado… ¿qué tal hacia los clasificados? Leer medias verdades es como leer mentiras y muchos uruguayos ese día buscaron en los clasificados un escape a la realidad, en busca de seguir una rutina que les mantuviera cuerdos.

En la página 53, en el apartado de “SE VENDE” camuflado con el resto de anuncios, se hallaba un aviso exiguo, breve, pero que llegó a la médula de los lectores de El Día, que a la letra decía: “Milicos putos, se venden baratos”. Una frase que todos pensaban, que todos sentían, pero que nadie se atrevía a decir, no en voz alta… ni siquiera en reuniones familiares o con amigos: “MILICOS PUTOS”. Es posible que muchos no la hubieran leído pero la noticia fue de boca en boca. Frase hábilmente encajada en una sección a la que la censura no prestaba atención, después de todo, ¿Para qué revisar anuncios de compra y venta? Ahí no hay opiniones políticas, es más, no hay opiniones.

Días después se hizo una revisión exhaustiva, se entrevistó a cada miembro del diario El Día, se clausuró el medio por un tiempo y se despidió a su entonces director Federico Fasano y a otros periodistas supuestamente vinculados, pero no hubo un culpable al cual eliminar, nadie tenía toda la culpa, nadie cargaba con la responsabilidad, o mejor sí, pero eran los mismos censores, los “fiscalizadores” de uniforme que dejaron pasar, sin querer, tamaña abominación.

No era la primera ofensa a la dictadura de El Día, este rotativo se caracterizaba por no someterse a la línea oficialista y lanzaba si bien no provocaciones directas, desafíos sutiles como por ejemplo la diaria publicación de la foto de Pepe Battle, un recordatorio de que la política existía y que algún día volvería. Este Pepe Battle no era menos que la figura más influyente en la política uruguaya; tres veces presidente, sus medidas llevaron a su país a la estabilidad.

Battle era una figura respetable incluso para los militares, nadie pondría en tela de juicio a quien alzase su voz para recordarle como padre de la patria pero en su vida (1856-1929) había sido también un periodista crítico y enemigo acérrimo de los militares, he ahí la transgresión aunque la dejaban pasar porque a fin de cuentas, se trataba de un héroe para todos y los gobernantes no se daban cuenta –o no querían darse cuenta- de la sutileza de la mención de Battle y su implicación con el regreso a la democracia.

Cierto es que nadie puede entender lo que nadie dice, eso sucedía en Uruguay. En la opresión, el simbolismo cobra fuerza y la libertad de expresión coartada, busca vías de escape en lugares insospechados, por eso “MILICOS PUTOS” aparece en una sección de avisos. Y aunque ya en 1978 las diferencias internas entre militares se hicieron patentes, estas eran luchas intestinas, exiliados los detractores, un silencio generalizado hacía menos visibles las cosas. Por eso ese anuncio fue la primera patada en la entrepierna de la dictadura.

Poco después del suceso, en 1980, se lanzó un referéndum para aprobar una nueva Constitución, los resultados fueron “No”. En 1981, un nuevo presidente, Álvarez, juraba para un mandato de cinco años, pero no logró terminar su gestión y tuvo que llamar a elecciones para 1984.

No quiero con esto, desmerecer la acción política de Rojos y Blancos exiliados contra la dictadura de su país, gente que intentó, a riesgo de su vida, recobrar la libertad en todos los sentidos, pero quiero recordar a este patriota que logró abrirse espacio de manera ingeniosa diciéndole sus verdades al momento más vergonzoso de nuestro continente, esa dictadura que infectó a muchos países latinoamericanos.

Esa sección del diario El Día logró reflejar lo que todos pensaban y sentían, las ganas de gritar MILICOS PUTOS las sació ese pequeño anuncio que leyeron relamiéndose todos los oprimidos y que causó derrames biliares en los oficialistas.

Ahora que ha pasado el tiempo, esto suena a anécdota, pero los 6 mil uruguayos tomados presos, los desaparecidos, las violaciones a los Derechos Humanos y los muchos años de postergación que no permitieron que las naciones latinoamericanas ocuparan el protagonismo del mundo en un momento en que Europa y Norte América luchaban contra sus propios demonios, es un error imperdonable, es un pecado contra nosotros mismos.

Sin romanticismos –aunque cito a un romántico empedernido- no hay duda que como dice Víctor Hugo: “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.” Es cosa nuestra elegir cómo ver a nuestro futuro y cómo llamarlo, mientras tanto, ¡feliz domingo! Y no olviden echarle un vistazo a los clasificados.

/*Sayuri Loza es historiadora, diseñadora y profesional multifacética//

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