Escribe Rodolfo Faggioni

El Covid-19, invisible, terrible y contagioso

Bolivia opina

OPINIÓN | 19 May 2020

El Covid-19 llegó inesperado como un enemigo invisible. Cuando estalló el caso en China, fue considerado como un accidente sin importancia, ubicado en un país lejano que se hubiera resuelto en esos lejanos lugares. Nadie pensaba en su impacto silencioso y dañino sobre las personas y, sobretodo, en su inesperada y veloz propagación en todo el mundo.

En un mundo globalizado, ya no se puede razonar en términos aislados del mundo. Las naciones están interconectadas como nunca lo han estado. La red de comunicaciones, de todo tipo, atraviesa el espacio terrestre y el éter, algunas en tiempo real y otras en tiempos brevísimos, digamos en pocos segundos. Igualmente millones de personas se mueven por todo el mundo, basta ver la telaraña de rutas sobre los cuales se mueven los aviones por el aire y con ellos millones de personas, esto implica una transmisión más fácil de enfermedades virales.

No es la primera vez que la humanidad vive una pestilencia viral. Mejor dicho, convive con la presencia de virus, que en períodos alternos, emergen con una fuerza destructora sobre el hombre, como la peste negra del 1300, que se originó al pie del Himalaya. El bacilo se instaló permanentemente en una colonia de roedores en la región por donde pasaba el “camino de la seda”, llegando a China con las pulgas infectadas por los ratones, y luego pasó de hombre a hombre a través de la saliva. Desde aquí comenzó un viaje interminable que llegó a Europa y Norte de Africa.

Solamente en el siglo XVIII dejó de ser una enfermedad endémica. Recordamos también la pandemia viral de 1918-20 llamada “española”, la más grave de la historia de la humanidad y causó la muerte de casi cien millones de personas. Estalló inmediatamente después de la Grande Guerra favorecida por la escasa higiene, desnutrición y del hacinamiento de las estructuras médicas. El foco de su orígen fue en los Estados Unidos y precisamente en el estado de Kansas y llegó a Europa en 1917 con los soldados americanos que desembarcaron en el puerto francés de Best durante la Primera Guerra Mundial.

En cuatro años se extendió a gran velocidad por todos los continentes y en sólo 18 meses infectó a un tercio de la población mundial. Los muertos se apilaban se amontonaban y no habían medicinas específicas así como no habían vacunas. No existían antibióticos para poder tratar infecciones bacterianas que normalmente acompañaban la fiebre. Los remedios caseros abundaban y aconsejaban gárgaras con bicarbonato de sodio, ácido bórico, mascar ajos, etc.

Como ahora el sistema sanitario terminó colapsado y fue una carrera contra el tiempo creando nuevos hospitales en escuelas, colegios, cuarteles, seminarios y sanatorios de campo para los infectados.

Fue una enfermedad invisible, terrible y contagiosa como el actual Covid-19, que está afectando a la mayor parte de los territorios del planeta.

//*RODOLFO FAGGIONI es periodista y corresponsal en Italia. Miembro Efectivo de la Prensa Internacional//

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