Escribe Carlos Armando Cardozo

Un espejismo más

Escribe Carlos Armando Cardozo

OPINIÓN | 30 Oct 2019

Bolivia en las calles, bolivianos demandando ya no solo el respeto a su voto (cualquiera haya sido su destinatario) sino que el presidente Morales deponga su impostura y acciones sistemáticas para confrontar milicias de sectores afines a su partido con el conjunto de ciudadanos que hace uso legítimo de su derecho a la protesta bloqueando pacíficamente las calles de las principales ciudades del país

Muchos se hicieron la idea que Morales cuenta aún con un bloque sólido de seguidores de base que en un escenario de violencia no dudarían en ofrendar sus vidas con tal de defender el “instrumento político para la liberación de los pueblos” sin embargo el tiempo se ha encargado de desmentir el mito en torno a la supuesta hegemonía del mal llamado partido de los sin voz.

La marcha de los mineros sindicalizados de “Huanuni” que buscaron escarmentar los bloqueos ciudadanos en base a golpes y dinamitazos resulto ser propiciada por funcionarios de gobierno a los cuales se vistió para la ocasión, las imágenes tanto en medios como redes sociales son más que evidentes. Supuestos detractores del paro cívico esperaron la llegada de Fernando Camacho, presidente del Comité Pro Santa Cruz, en el aeropuerto de El Alto para increparlo sin embargo nuevamente los propios medios se encargaron de mostrar que dichos “ciudadanos” eran funcionarios del Ministerio de Salud que horas antes acompañaban a la Ministra Gabriela Montaño en una protesta callejera contra el paro cívico.

Entre tanto los sectores más populares como gremiales, transportistas y campesinos llaman a conferencias de prensas y basados en votos resolutivos firmados por “dirigentes” no por las bases hacen llegar su respaldo “orgánico” a Morales, que no se traduce en un apoyo legitimo en las calles, siendo simplemente movilizados bajo instructivos coercitivos verticales que tienen su origen en la cúpula de poder y no así en la base social.

Cuando Morales se dirige a sus simpatizantes en esas concentraciones del área rural, asume un rol paternalista con ellos, aconsejándoles y marcando una línea discursiva de confrontación, separando ricos y pobres, campo y ciudad, compañeros y opositores, ellos y nosotros. En el marco de su encuentro con la CONALCAM (Coordinadora Nacional para el Cambio) en el municipio de Sicaya, Cochabamba hace dos días dijo: “Más bien las ciudades dejen de perjudicar con paro, si quieren paro no hay problema, lo vamos acompañar con cercos en las ciudades para hacernos respetar, a ver si aguantan”, en un contexto anecdótico que replico como idea luego de que “alguien” le había compartido previamente.

Y aquí surge lo preocupante, Morales instrumentaliza el famoso “me han contado”, “me decían” de los movimientos sociales afines no solamente para amenazar sino también para dar órdenes desde esa masa social abstracta a los dirigentes afines en todo rincón del país. Oh sorpresa las ciudades como Potosí fueron cercadas por sindicatos afines que utilizando excavadoras de los Gobiernos Municipales azulados cortaron vías inmediatamente, coincidiendo con el mensaje abierto de Morales brindado tan solo un par de horas antes.

Primero Morales, luego Álvaro García Linera, Gustavo Torrico, Valeria Silva, Susana Rivero y de ahí escalonadamente para abajo en el MAS, mantienen una lógica de violencia que nace a sugerencia de los movimientos sociales, anónimos, ese abstracto que no se materializa en dirigentes y afiliados con nombre y apellido; la violencia justificada por la “reserva moral” del país, los pobres, los campesinos, los sin voz, no es más que una táctica para deslindar total responsabilidad cuando les toque rendir cuentas ante la justicia.

En conclusión, el escenario no enfrenta masistas contra mesistas, no enfrenta a citadinos con campesinos, a ricos y pobres, enfrenta a un país entero y una minúscula cúpula de gobierno atrincherada en sus oficinas, usando su dictadura sindical y el dinero del Estado para financiar contra movilizaciones con el único objetivo de desarticular un paro cívico nacional contundente llevado por ciudadanos de a pie, sin tintes políticos, que defienden su bandera sus colores y lo que estos representan.

Las lealtades en el MAS duran lo que el dinero en los bolsillos de sus movilizados, muy diferente al sentimiento genuino de los ciudadanos, de los vecinos, que ni se negocia ni se le pone precio.

//*CARLOS ARMANDO CARDOZO LOZADA es economista, máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático y presidente de la Fundación Lozanía//

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