Escribe Carlos Armando Cardozo

Verdad y justicia

Escribe Carlos Armando Cardozo

OPINIÓN | 24 May 2021

Una población de 70.000 llamada Parkersburg, West Virginia en los Estados Unidos, fue envenenada en silencio durante muchos años.

El agua, los alimentos, el ganado todos contaminados con un químico creado por el ser humano en los años 40, para ser más preciso por la empresa M3 y que posteriormente Dupont, una compañía química, se encargaría de producir en cantidades industriales sin seguir sus propias regulaciones.

Sería un abogado corporativo asociado a una firma recientemente quien cambiaría de bando al recibir una visita de un granjero oriundo del pueblo donde el paso parte de su infancia nómada, sin amigos y sin echar raíces. Robert Bilott fue el hombre que presto atención a todo lo que ese granjero cansado, pero aún comprometido tenía que decir.

Wilbur Tennant, el granjero, compartió con Robert el duro pesar tras la muerte de su ganado bovino (90 cabezas) y una ausencia absoluta de las Agencias Ambientales, Personeros de la propia Empresa, el gobierno local y federal entre otros. Cada una de estas fue visitada una docena de veces por este granjero, pero nadie parecía interesarle lo que tenía que decir.

Robert Bilott tardó en sentar a la compañía Dupont para una primera mediación y demandar respuestas. Su investigación le permitió identificar un químico de nombre PFOA (ácido perfluorooctanoico) o también conocido como C8. Posteriormente sería un Panel Independiente de Científicos a solicitud de ambas partes que tras 7 años de análisis y pruebas realizadas en la propia población de Parkersburg estableció que las conjeturas iniciales de Robert eran todas ciertas. El químico estaba ligado a 6 diferentes padecimientos que aquejaban al pueblo, hablamos de cáncer de riñón, cáncer de testículos, úlceras de colón, infertilidad, hipertensión y afecciones de la tiroides.

Sin embargo, Dupont no daría la batalla legal por perdida y negando todos los acuerdos pactados en el proceso de mediación decidió apelar las más de 3.500 denuncias individuales en juicios que requerirían dinero, pero sobre tiempo, tiempo que todas esas víctimas enfermas no podían darse el lujo de dedicar.

Robert se encontraba devastado, después de todo el esfuerzo no se logró absolutamente nada. La estrategia corporativa pudo más. Una escena en la versión cinematográfica de este caso “Dark Waters o El precio de la Verdad”, protagonizada y producida por Mark Ruffalo, nos regala este poderoso momento de revelación para “Bob”.

En medio de una cena de celebración con su familia tras haber recibido la llamada que ansió durante 7 años: “señor Bilott tenía la razón permítanos ofrecerle una disculpa”, suena el teléfono.

Toma su abrigo y se dirige afuera para tomar la llamada, su esposa preocupada va tras él y lo encuentra desconsolado, con un rostro de derrota. Cuenta a su esposa todo lo sucedido con Dupont y su estrategia de enfrentarse individualmente en representación de cada una de las 3.500 partes acusadoras.

Robert inicia: “Miren todos, ni siquiera él (refiriéndose a sí mismo) que ayudo a construir este laberinto puede descifrarlo, el sistema esta cooptado/tomado, quieren que creamos que este nos protegerá, pero eso es una mentira, nosotros nos protegemos nadie más lo hace, ni las compañías, ni lo científicos, ni el gobierno, solo nosotros”.

Finaliza diciendo: “un granjero (refiriéndose a Wilbur Tennant) con 12 años de educación me dijo eso, desde el principio, y yo pensé que él estaba loco”. El granjero tenía claro el concepto de justicia y compensación, el no deseaba recibir dinero luego de todo el daño y pérdidas sufridas a lo largo de los años, él y su familia. Quería justicia, quería en el fondo de su corazón que los culpables paguen por sus crímenes y sean puestos tras las rejas.

Robert en un momento trato de disuadir a Wilbur de seguir con un juicio a Dupont. “Estas compañías tienen todo el dinero, todo el tiempo y lo van a usar, créeme lo sé, yo era uno de ellos”. “Sigues siendo uno de ellos” acotó Wilbur. Tal vez él no podía hacer nada por su familia, era demasiado tarde, pero no iba a dejar que la compañía se salga con la suya a costa de un mal que afectaba al mundo entero.

Es inusual, encontrar personas como Robert Bilott, un abogado comprometido en favor del “Little guy” o “el desposeído” que se niega a caer en la tentación del dinero y el poder y más bien enfrenta al mismo mirándolo a los ojos. O Wilbur Tennant que solo hacia lo correcto, aun escéptico del sistema visitó cuanta institución u organismo existía para exponer su preocupación y a pesar de las negativas aún siguió al frente.

Pero si algo debemos de aprender como ciudadanos, es a despertar esa conciencia dormida que mora en nosotros. Defendernos los unos a los otros frente a los atropellos y adversidades, frente al sistema que nos miente en la cara sin sonrojarse. No hay vacunas suficientes, el Estado hace política con la salud, la comunidad científica nacional no se anima a dar luces sobre el problema y opta por el silencio.

Tengamos la constancia y aplomo de Robert y Wilbur, dos personas que lograron despertar a todo el mundo, mostraron el peligro con el que convivíamos sin estar enterados, sin importar las voces críticas que trataron de ridiculizarlos y silenciarlos sin éxito.

Solo nosotros podemos protegernos, siempre fuimos nosotros. Empecemos por reconocer lo obvio y hagamos algo al respecto.

//*CARLOS ARMANDO CARDOZO LOZADA ES ECONOMISTA, MÁSTER EN DESARROLLO SOSTENIBLE Y CAMBIO CLIMÁTICO Y PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN LOZANÍA//

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