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Viernes, 19 de Abril de 2024

Escribe Andrés Gómez Vela

La historia de Hans, condenado por error

OPINIÓN | 2 May 2021

Hace 47 años, Jorge Gamarra compró de una señora un lote de terreno (582,3 m2) en la zona de Miraflores de La Paz, Bolivia. Cuando fue a inscribir su propiedad a Derechos Reales se enteró que tenía dos gravámenes por anticresis, y no pudo registrarla. Falleció en 1996 sin poder terminar el trámite.

En 1999, Hans Marcelo Gamarra Delgado, hijo de Jorge, retornó de Brasil a La Paz. Apenas llegó, contactó al abogado de su papá y éste le aconsejó realizar un documento de ratificación de compra venta a su nombre. En 2001, la señora que había vendido el lote a don Jorge aceptó, pero pidió a cambio un “reconocimiento” de 2.000 dólares.

Hans se apersonó a la Notaría Nº 90 a cargo del abogado Fernando Baldellón Rodas. Pagó los 2.000 dólares a la vendedora, y ambos firmaron el nuevo documento. Canceló el impuesto de transferencia y al día siguiente el notario le entregó la escritura pública. Listo. Dejó sus documentos en Derechos Reales y en un mes recogió su folio real.

Su vida transcurría tranquila hasta que en septiembre de 2005 recibió una notificación del Ministerio Público. ¡Epa! Era una denuncia de la hija de la señora que le había vendido el lote. ¡No podía creer! Lo acusaba de uso de instrumento falsificado, falsedad material y falsedad ideológica.

¡Quedó en shock! Nunca en su vida había adulterado algo ni en broma. ¡Por Dios! Era sindicado de haber falsificado la Escritura Pública Nº 1526/2001. ¿A qué se refería esa escritura? A un documento de compra-venta de un lote. ¿Quién la había redactado? El notario Baldellón.

Con el corazón galopando a mil por hora, Hans se acercó al Ministerio Público. Como no sabía nada del caso, guardó silencio. Confió en que el fiscal iba a investigar e iba a descubrir que la denuncia era falsa. Pero el fiscal no indagó nada, se dejó pisar con los plazos y quedó fuera del proceso.

La acusación particular prosiguió y comenzó el juicio en octubre de 2006 en el Tribunal de Sentencia Primero de La Paz. Hans buscó al notario para pedir una copia de la escritura de su propiedad, pero no lo encontró. Se enteró que la notario Irene Rendón custodiaba los libros de Fernando Baldellón.

Pidió convocar a Rendón. ¡Diantres!, la notario desapareció. Nunca se presentó pese a una orden de aprehensión. El juicio se llevó adelante con una fotocopia legalizada del protocolo 1526/2001 de los libros de Baldellón y terminó el 19 de febrero de 2009. Hans fue declarado culpable del delito de uso de instrumento falsificado y condenado a cinco años de prisión.

Concluido el juicio, ¡sorpresa!, apareció la notario Irene Rendón y dejó los libros de Baldellón en custodia de otro notario. Éste los revisó y verificó que el documento que Hans había firmado estaba ahí y correspondía a la escritura pública 1523/2001. ¡Quééé! Sí. El suyo era 1523, no 1526/2001. ¡Un momento! Hans había sido condenado por un error de tipeo en la numeración de escritura. ¡Diablos! Hans había sido condenado por un delito que nunca cometió.

Algo peor. La escritura que usaron para sentenciarlo hacía referencia a otras personas, a otro lote (200 m2) y a otro municipio (Palca). Su propiedad está en Miraflores, La Paz, y mide 582 m2.

Munido de la escritura verdadera, Hans apeló la sentencia, pero la Sala Penal Tercera de La Paz declaró en 2009 improcedente su apelación. Presentó un recurso de casación, el Tribunal Suprema de Justicia lo declaró infundado.

Su calvario no terminó ahí. En 2017, recibió una demanda del juzgado público civil y comercial 19º, a cargo del juez Eddy Arequipa Cubillas, para anular todos sus papeles de propiedad porque “dizque” la Escritura Pública Nº 1523/2001 era falsa. ¿Quién lo demandaba? El nieto de la señora que había vendido el lote a su papá.

¡Carajo! No conformes con sentenciarlo por un hecho no sucedido, ahora querían despojarlo de su terreno.

Hans me contó que el juez Arequipa, para solicitar la anotación preventiva, cambió el número de la escritura pública que figura en el auto de vista y en el auto supremo: el 1526/2001. Arequipa lo alteró por el 1523/2001. ¡A ver! El objeto del juicio fue el 1526 y no el 1523. Hans dice el juez falsificó la sentencia.

¡Qué impotencia, casi medio siglo de injusticia! Hans no sabe a dónde acudir para hallar justicia. Se quejó al Consejo de la Magistratura y le pidieron denunciar al juez ante la Fiscalía. ¡Sí, claro! Mandó una carta al Ministro de Justicia. ¿Lo ayudará? Hans, como otros, está solo ante la injusticia y la corrupción. ¡El Estado de derecho es una mamada!

//*ANDRÉS GÓMEZ VELA ES PERIODISTA Y ABOGADO//

//**LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL PLURAL – LIBERAL DE ESTE MEDIO DE COMUNICACIÓN// 

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